Es el regalo que nos ofreció la vida, lo que nos hizo temer.
La posibilidad, de vernos desnudos.
El descuidar el secreto y el placer del encuentro.
No!, no había que contarlo, no debía compartirse, ni mostrarse, con dos era más que suficiente.
Con dos era religión, con dos era sagrado.
Porque eramos tres con el AMOR.
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